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Un relato personal: Selene Suárez
La práctica diaria de la atención plena alivia el dolor del lupus
El lupus es una enfermedad autoinmunitaria que en los Estados Unidos afecta a un millón y medio de personas. Selene Suárez es una de ellas.
La vida con lupus: Selene vive en las afueras de Salt Lake City, en Utah; y ha tenido lupus durante 10 años. Tuvo que lidiar con síntomas como hinchazón de articulaciones, fatiga grave, inflamación general y dolor en el cuerpo al mismo tiempo que criaba a dos hijos pequeños y trataba de cuidar a su familia.
“Mi principal problema es que tengo lupus, y eso causa artritis, hinchazón y dolor en casi todo el cuerpo”, dice. Para aliviar el dolor, el médico le receto opiáceos, medicamentos fuertes que ayudan a algunas personas a reducir el dolor grave pero pueden ser muy adictivos. Aunque los medicamentos opiáceos la ayudaron con el dolor, Selene no se sentía bien cuando los tomaba y estaba abierta a otras posibilidades.
“En vez de eso, cambias el dolor por algo, como un buen pensamiento o recuerdo”.
- Selene Suárez
Probando la atención plena: Selene nunca había oído hablar de la atención plena hasta que su médico le mencionó un estudio local dirigido por el investigador Eric Garland, Ph.D., LCSW, quien tenía el apoyo de los Institutos Nacionales de la Salud. “Esa fue la primera vez que me enteré. Cuando haces el primer intento, te parece que no va a dar resultado, pero una voz interior me dijo: ‘termínalo, veamos de qué se trata’”, recuerda Selene.
“Tuve una experiencia muy, muy buena”. Selene asistió todos los sábados durante dos meses a una clínica de salud local para un tratamiento de atención plena. “Primero, [la trabajadora social] me hablaba y me decía que cerrara los ojos y respirara, que fuera aquí y allá. Y luego me preguntaba, ‘¿Cómo te resultó esta experiencia? ¿Cómo te sientes?’. Y hablábamos de eso.” La profesional de la salud le asignó tareas y diferentes estrategias de atención plena cada semana, con el fin que practicara sola.
La práctica diaria de la atención plena: Hoy en día, Selene practica la atención plena todos los días. “Cuando empecé el tratamiento, tomaba dos o tres pastillas al día”, dice Selene. “Ahora, tomo dos o tres pastillas al mes, y sólo cuando realmente las necesito”. La atención plena ha beneficiado a Selene más allá del control del dolor y la sanación física. También la ha ayudado a combatir el estrés diario y a encontrar alegría en las cosas pequeñas, en lugar de centrarse en el dolor.
“Todos los días son estresantes y la atención plena me ha ayudado mucho a relajarme”, dice Selene. “No estoy pensando todo el tiempo, me duele aquí y me duele allá. En vez de eso, cambias el dolor por algo, como un buen pensamiento o recuerdo”.
Un mensaje para otros con dolor crónico: Selene espera que su relato ayude a otras personas con dolor crónico. Quiere que sepan que tienen otras alternativas. “Cuando tomas opiáceos, te introduces en una zona de confort”, dice Selene. “Explora, prueba qué más te podría ayudar, si estás abierto a ello”.